La última parada, antes de llegar a la magnífica meta a las puertas de la catedral de Murcia, será la estación de hidratación de Caravaca de la Cruz.
Caravaca de la Cruz es una ciudad que puede presumir de poseer uno de los cascos antiguos medievales más bonitos de la región. Los edificios más destacados del territorio hablan de la tradición religiosa caravaqueña. El Santuario de la Vera Cruz atrae a creyentes y turistas de todas partes del mundo para ver la reliquia que guarda el templo y que da nombre al mismo.
La fe del territorio y los tesoros religiosos que conserva concedieron a Caravaca de la Cruz la categoría de Ciudad Santa Jubilar. Una de las cinco urbes del mundo que forma parte de esta distinguida lista, junto a Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana.
Pero Caravaca de la Cruz es mucho más que únicamente su patrimonio religioso. Miles de visitantes acuden cada año a la ciudad para disfrutar de su excelente oferta rural y natural, dado el excelente enclave natural en el que se halla el municipio.
También, claro está, por su oferta gastronómica. La localidad murciana cuenta con postres y dulces típicos que son seña de identidad de un territorio y una cocina tradicional. Quizás el más destacado sea las yemas de Caravaca, un pequeño dulce hecho a base de huevo que puede disfrutarse durante todo el año y que también remite a ese arraigo religioso.
Los guisos de la zona son también muy conocidos, como las migas o las elaboraciones a base de cordero. Sobresale la tartera caravaqueña, un asado clásico elaborado a base de cordero y patatas.
Como si de su hermana jubilar se tratara, Caravaca de la Cruz se vestirá por un día de Santiago de Compostela. Un último parón en el camino antes de completar la última etapa de tu peregrinaje. Ese que te llevó desde Rivas Vaciamadrid hasta la capital murciana, de la que ya te separan menos de 100 kilómetros.